La guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea ha ganado un nuevo capítulo, y los consumidores europeos que aprecian las motocicletas americanas se verán directamente afectados. A partir del 1 de abril de 2025, las motocicletas fabricadas en EE. UU. estarán sujetas a un impuesto adicional del 50% al ser importadas al mercado europeo. Esta medida es una represalia por la reciente decisión de EE. UU. de aumentar los aranceles en un 25% sobre el aluminio y el acero de la Unión Europea.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue clara al explicar los impactos negativos de la escalada arancelaria. ‘Los aranceles son impuestos. Son perjudiciales para las empresas y aún peores para los consumidores. Están desestabilizando las cadenas de suministro, generando incertidumbre económica y poniendo en riesgo los empleos. Los precios subirán. Nadie necesita esto – ni en la Unión Europea ni en los Estados Unidos,’ afirmó.
La medida afecta particularmente a marcas icónicas como Harley-Davidson, cuyo modelo de negocio se basa en la exportación de motocicletas de gran cilindrada. Con el aumento de impuestos, el precio final para los consumidores europeos podría dispararse, haciendo que los modelos americanos sean significativamente menos competitivos en comparación con la competencia local y asiática.
Por otro lado, Indian Motorcycle, otro fabricante estadounidense, podría escapar parcialmente del impacto de estos aranceles ya que produce motocicletas de cilindrada media en una fábrica en Opole, Polonia. Sin embargo, los modelos de mayor cilindrada continúan fabricándose exclusivamente en EE. UU., por lo que también sufrirán el aumento de costos.
La principal consecuencia de esta medida será sentida por los consumidores europeos, quienes pueden ver cómo el precio de las motocicletas americanas alcanza valores prohibitivos. Las concesionarias también sufrirán un impacto significativo, enfrentándose potencialmente a una caída en la demanda y a dificultades financieras consecuentes.
En el contexto más amplio, esta guerra arancelaria no se limita al sector de las motocicletas. Productos como la mantequilla de maní, el whisky y los jeans americanos también estarán sujetos a nuevos aranceles europeos. El temor es que estas medidas provoquen una reacción en cadena, agravando aún más las relaciones comerciales transatlánticas y perjudicando a consumidores y empresas de ambos lados.
Los aranceles a menudo se utilizan como una herramienta política, pero en la práctica, terminan penalizando a las empresas y a los consumidores. Para los entusiastas de las motocicletas americanas, el futuro en el mercado europeo es incierto. Si los aranceles se mantienen en vigor, las opciones para adquirir un modelo americano pueden volverse cada vez más limitadas, convirtiéndose en un lujo accesible solo para una minoría.
El desarrollo de esta disputa comercial continuará siendo monitoreado de cerca, con la esperanza de que se puedan encontrar soluciones diplomáticas antes de que los efectos negativos se vuelvan irreversibles.