La reputación del PGA Tour está al borde del precipicio, desafiada no solo por el problema perenne del juego lento, sino por un problema más insidioso: la conducta de sus jugadores. El último Campeonato Valspar solo ha servido para subrayar esta creciente preocupación, con incidentes de comportamiento antideportivo que han ensombrecido el torneo.
El meollo del asunto va más allá de los confines del campo de golf. Los jugadores del PGA Tour no son meramente deportistas; son influenciadores y modelos a seguir para la próxima generación de golfistas. La responsabilidad que llevan es inmensa, y sus travesuras en el campo no solo son motivo de preocupación, sino que también establecen un precedente peligroso.
Collin Morikawa se encontró recientemente en el centro de la controversia por descuidar sus obligaciones con los medios en el Arnold Palmer. Sin embargo, el Campeonato Valspar ha visto un aumento en los incidentes de mala conducta. Esta sombría tendencia no augura nada bueno para el futuro del deporte.
Sahith Theegala y Karl Vilips, dos de las estrellas en ascenso del PGA Tour, han contribuido a este espectáculo desagradable. La explosión de Theegala, capturada en cámara, lo vio golpear su palo contra el tee antes de lanzarlo por el campo de golf. De manera similar, Vilips expresó su frustración golpeando violentamente su palo en la maleza después de un chip poco ideal.
Esta cadena de incidentes, todos en solo dos rondas del Valspar, plantea una pregunta urgente: ¿están los jugadores del PGA Tour cruzando la línea? La exhibición de tal comportamiento antideportivo no solo es poco profesional, sino que también es perjudicial para la imagen del deporte, particularmente entre los jóvenes fans impresionables.
Si bien la frustración es parte de cualquier deporte, se espera que los jugadores, bajo el foco global, ejerzan moderación y mantengan las tradiciones del juego. Estos episodios de emoción desenfrenada deben ser controlados.El problema no se limita al PGA Tour. Tyrrell Hatton de LIV Golf ha sido notorio por sus rabietas en el campo. Sus explosiones, aunque ahora menos frecuentes, continúan creando ondas. El año pasado, Eddie Pepperell calificó el comportamiento de Hatton de ‘infantil’, y Dame Laura Davies expresó su asombro ante su explosivo arrebato durante el Campeonato del Tour Mundial DP.
La normalización de este tipo de comportamiento es una tendencia preocupante. El juego de golf, conocido por su elegancia y compostura, corre el riesgo de perder su encanto si estos incidentes no se detienen de inmediato. La tensa situación entre Rory McIlroy y un heckler en el Campeonato The Players es un recordatorio claro de lo rápido que pueden escalar las cosas.
Es hora de que el mundo del golf tome una postura contra este tipo de conducta antideportiva. El PGA Tour, y de hecho, el deporte del golf, merecen algo mejor.
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