NASCAR se encuentra en el punto de mira de una batalla legal sísmica que podría sacudir el deporte hasta sus cimientos. 23XI Racing y Front Row Motorsports han presentado una audaz demanda acusando a NASCAR de prácticas monopolísticas relacionadas con su sistema de charter y de reparto de ingresos. Las implicaciones de este caso son monumentales, con posibles efectos en cadena que amenazan con desestabilizar el marco financiero y operativo de la liga.
Esto no es solo un caso judicial—es un enfrentamiento de David contra Goliat, desafiando la autoridad de la familia France, que ha controlado estrictamente NASCAR desde su creación en 1948. En juego está nada menos que el futuro del deporte en sí.
Un sistema bajo fuego
En el corazón de la controversia se encuentra el sistema de charter de NASCAR, introducido en 2016 para estabilizar las finanzas de los equipos y asegurar inversiones a largo plazo. El sistema garantiza a los equipos la entrada en cada carrera de puntos y asegura beneficios de reparto de ingresos. Sin embargo, los equipos argumentan que el sistema los encierra en un modelo financiero rígido, controlado completamente por NASCAR, que dicta los costos, incluidos los repuestos para el coche Next Gen.
Para equipos más pequeños, estas medidas mantienen la paridad. Pero para organizaciones poderosas como Hendrick Motorsports y Joe Gibbs Racing, las restricciones se ven como grilletes, limitando su capacidad para aprovechar sus recursos. Si la demanda tiene éxito, el sistema de charters podría desmantelarse, desatando una fiebre de gasto en el mercado libre, pero a costa de desestabilizar a los equipos más pequeños.
Brad Keselowski y la crisis inminente de NASCAR
Pocos entienden mejor las apuestas que Brad Keselowski, campeón de la Serie de la Copa 2012 y copropietario de RFK Racing. Hablando en Business of Motorsports, Keselowski no se anduvo con rodeos, llamando a la demanda una “amenaza significativa” para el futuro de NASCAR.
“La disputa de la demanda de charters entre 23XI, FRM y NASCAR es una amenaza significativa para todo NASCAR, que trasciende la Serie de la Copa,” advirtió Keselowski.
Sus preocupaciones son respaldadas por el insider de NASCAR Bob Pockrass, quien destacó en Beating and Banging cómo la demanda podría desmantelar las actuales medidas de control de costos ligadas al coche Next Gen.
“Teóricamente, si la demanda tiene éxito, el modelo de costos fijos podría desaparecer, permitiendo a los equipos gastar tanto como quieran o tan poco como deseen en los coches,” explicó Pockrass.
Si bien esto puede parecer una victoria para los equipos bien financiados, corre el riesgo de crear un enorme abismo financiero, lo que podría forzar a equipos más pequeños a salir del deporte por completo.
¿Podría NASCAR abandonar el sistema de charters?
En un giro sorprendente, Pockrass reveló que NASCAR podría considerar eliminar el sistema de charters por completo.
“Durante la audiencia el otro día, se dijo que NASCAR estaría dispuesto a prescindir de los charters por completo,” divulgó Pockrass.
Si esto sucede, socavaría las inversiones multimillonarias de los equipos en charters. Transacciones recientes, como la compra de Spire Motorsports por $40 millones de Live Fast Motorsports, subrayan las apuestas para los equipos que dependen de los charters como activos financieros.
Sin la red de seguridad de los charters, NASCAR podría regresar a un caótico todos contra todos, donde solo los equipos más ricos sobreviven. Esta incertidumbre ha llevado a los interesados a monitorear ansiosamente los desarrollos antes de la crucial audiencia de mayo de 2025.
¿Qué sigue para NASCAR?
Por ahora, NASCAR opera en un limbo precario. Mientras que la mayoría de los equipos firmaron los términos revisados de la carta de la liga en 2024, la demanda en curso de 23XI Racing y FRM pesa mucho. Si los demandantes prevalecen, el delicado equilibrio de competencia y estabilidad financiera que NASCAR ha construido cuidadosamente podría desmoronarse.
Para la familia France, esto es más que una batalla legal—es una lucha por preservar su legado. Para los equipos, es una oportunidad de autonomía. Y para los aficionados, es un posible punto de inflexión que podría redefinir NASCAR tal como lo conocemos.