El nombre de Henry Ford es sinónimo de innovación automotriz, pero pocos saben que su camino hacia el éxito involucró un momento crucial—y sorprendente—en la historia de las carreras. El propietario del equipo de NASCAR, Brad Keselowski, compartió recientemente una fascinante historia sobre cómo una sola carrera cambió las fortunas de Ford para siempre, a pesar de su inicial desinterés en las carreras.
La carrera que cambió el rumbo
En 1901, Henry Ford aún no era un nombre conocido. Su primera aventura automotriz, la Detroit Automobile Company, había colapsado. Mientras tanto, Alexander Winton, una figura dominante en las carreras, era el favorito para ganar la carrera de 10 vueltas Sweepstakes Car Race en Michigan.
Ford participó en la carrera con un coche construido por él mismo llamado “Sweepstakes,” a pesar de afirmar: “Nunca pensé nada de las carreras.” Su motivación no era la gloria personal—era la supervivencia. En ese momento, el público veía los automóviles como juguetes para los ricos, y las carreras eran el campo de prueba para el rendimiento y la fiabilidad.
Contra todo pronóstico, Ford venció a Winton. La victoria no solo le otorgó credibilidad, sino que también atrajo inversionistas, permitiéndole establecer la Ford Motor Company en 1903.
El trofeo perdido
El premio de la carrera—un impresionante juego de ponchera de cristal—se convirtió en un objeto familiar en la familia Ford. Brad Keselowski reveló en el podcast de Kelley Earnhardt Miller que el verdadero significado de la ponchera se perdió con el tiempo:
“Henry Ford gana la carrera, y el trofeo era este hermoso conjunto de tazones de cristal para ponche. No sabes que es un trofeo, así que ese conjunto de tazones de ponche estuvo en su casa hasta el día en que Henry Ford y su esposa Clara fallecieron. Pasaron por su casa y la limpiaron… deshicieron del conjunto de tazones de ponche porque pensaron que era solo un artículo del hogar.”
El tazón de ponche, que probablemente vale más de $1 millón hoy, simboliza la improbable victoria de Ford y su impacto en la historia automotriz.
De corredor reacio a ícono global
La victoria de Ford fue más que un logro único. Marcó el comienzo de una dinastía. El éxito de su coche “Sweepstakes” demostró que sus vehículos no solo eran competitivos, sino superiores—un factor crítico para asegurar el respaldo financiero.
Sus innovaciones posteriores, incluido el asequible Modelo T, transformaron el transporte y cimentaron su legado.
Cómo Ford llegó a NASCAR
Aunque Ford inicialmente desestimó las carreras, su empresa abrazó los deportes de motor como una parte vital de su identidad. Las carreras proporcionaron una plataforma para mostrar el rendimiento, superar los límites de la ingeniería y conectar con los consumidores.
A mediados del siglo XX, Ford se convirtió en un actor clave en NASCAR, donde sus motores y coches han impulsado algunos de los momentos más icónicos del deporte. Hoy en día, Ford sigue siendo un pilar de NASCAR, con equipos como el RFK Racing de Brad Keselowski llevando la bandera.
El legado de la carrera “Sweepstakes”
La carrera de coches Sweepstakes de 1901 no fue solo una victoria para Henry Ford; fue un punto de inflexión para la industria automotriz. La decisión de Ford de competir, a pesar de su indiferencia personal, demostró que el éxito a menudo requiere salir de las zonas de confort.
Para Keselowski, la historia sirve como un recordatorio de la determinación y el coraje necesarios para tener éxito en los deportes de motor—y en los negocios. No se trata solo de ganar; se trata de demostrar tu valía cuando las apuestas son más altas.
Un legado invaluable
Aunque el tazón de cristal para ponche puede haberse perdido en la historia, su legado perdura. La carrera que conmemoró sentó las bases para uno de los mayores imperios automotrices que el mundo haya visto jamás.