Cuando en 2019 fue objeto de un control antidopaje positivo, Andrea Iannone vio su mundo desmoronarse. Quedó suspendido durante cuatro años, en un caso polémico en el que siempre se declaró inocente – alegando la tesis de consumo de alimentos contaminados.
Pero «The Maniac» no se rindió. A pesar de estar impedido de competir, se mantuvo ligado a las motos, entrenando como pudo a lo largo de los años de suspensión – siempre con la vista puesta en un regreso a la carrera incierto, teniendo en cuenta que la edad no jugaba a su favor.
El esfuerzo fue recompensado: a los 34 años – cumplió 35 años en el transcurso – regresó a la actividad. Pero el desafío fue nuevo, diferente al que había estado acostumbrado en MotoGP. Se estrenó en el Mundial de Superbike y en motos derivadas de producción, con una Ducati Panigale V4 R del Team GoEleven.
Por eso mismo, fue un año de adaptación y de recuperación del ritmo competitivo. Iannone no temió el desafío, y comenzó con gran éxito con un podio en la primera carrera (en tercer lugar). Presencia regular en la lucha por los lugares de top cinco, el italiano demostró que su valía estaba intacta, a pesar de la edad y de tantos años fuera de las carreras.
A lo largo de 2024, logró otros cuatro podios – destacándose el punto culminante, que fue la victoria en la primera carrera de Aragón. Contando los puntos, terminó el campeonato en octavo lugar como segundo mejor independiente, sumando 231 puntos.
Iannone demostró que la resiliencia y la superación pueden valer la pena. El piloto superó a muchos rivales experimentados en el campeonato y con ritmo competitivo, siendo también el mejor entre los que se estrenaron en el WSBK (el segundo fue Sam Lowes, también en una Ducati, en el 18.º lugar).