En una moto de fabricación propia, Torsten Robbens alcanzó un hito histórico, batiendo dos récords de velocidad con motos que pesan menos de 150 kg. Desde 1932, un belga no lograba un récord mundial de velocidad.
La Belgitude – así se llama la moto – fue completamente construida a mano por el diseñador de motos de Oudenaarde. Aparte de la estética (no podemos decir que tenga las líneas más bonitas de todas, ni por asomo), la moto impresiona por su velocidad.
En agosto, Torsten Robbens participó en los World Speed Trials en Lausitzring (Alemania), en una carrera organizada por segunda vez en colaboración con la
FIM. Y el belga rompió dos récords de velocidad con motos eléctricas de menos de 150 kg – no aerodinámica (214,15 km/h) y semi-aerodinámica (229,50 km/h). Hace 92 años que un belga no lograba ser el más veloz del mundo en ninguna categoría de motos – el último en conseguir un récord mundial de velocidad de la FIM había sido René Milhoux en 1932.
Para este logro, Torsten Robbens hizo uso de su vasta experiencia, teniendo un currículum que incluso incluye pasajes por la Fórmula 1, 24 Horas de Le Mans y Tourist Trophy. La Belgitude es la prueba de que los motores eléctricos también pueden ser veloces y que perseguir sueños y objetivos tiene sus frutos. Es el caso de éxito de Torsten Robbens.