Fui a Sagres para recibir la inspiración del Infante D. Henrique y luego, tal como Saramago menciona en “Viagem a Portugal”, cuando salí del Cabo de S. Vicente – “El viajante va a subir a lo largo de la costa. Hacia el Norte.” Y eso es lo que hice. Subí la costa hasta la tierra natal de Vasco da Gama. En Sines terminé el viaje. O tal vez no… porque citando nuevamente al escritor, “El viaje nunca termina”.
¿Quieres disfrutar de una playa? Ve en verano… (mejor aún, en los primeros días de calor, cuando están vacías). Si prefieres admirar su belleza, entonces elige el invierno. ¡Preferiblemente, con una tormenta cerca. Eso fue lo que hice!
UN POCO DE HISTORIA…
Cuando nací, Portugal celebraba el 5º centenario de la muerte del Infante D. Henrique en 1460. No recuerdo la fiesta. Además, la homonimia es mera coincidencia. En esa época, realmente se celebraba la epopeya de los Descubrimientos (de la que hoy parece haber algún remordimiento).
La existencia del Infante y su Escuela de Sagres no es consensuada, pero la inspiración y el patrocinio del Infante jugaron un papel fundamental en el descubrimiento de nuevos territorios. También en los avances en el estudio de la geografía, la cartografía, el arte de la navegación e incluso en nuevos tipos de barcos como la Carabela. Y fue un largo camino hasta llegar a la India por vía marítima, que solo ocurrió 4 décadas después de la desaparición de D. Henrique.
A Vasco da Gama se le confió la tarea de comandar la armada, doblar el Adamastor y llegar a la India. Donde se esperaba poder establecer una nueva ruta comercial que transfiriera a Portugal la riqueza que hasta entonces pertenecía a mercaderes que lo hacían por vía terrestre.
Si Sagres está indeleblemente ligada al Infante D. Henrique, Sines es la tierra de Vasco da Gama. Donde nació en 1469 porque su padre, Estêvão da Gama, era el alcaide-mor de la villa.
…Y UN POCO DE GEOGRAFÍA
De Sagres a Sines distan alrededor de 130 km. En mi opinión, es el tramo de costa más bonito de Portugal. Son innumerables las ensenadas y playas, cada una diferente de la siguiente. Con acantilados elevados o extensas playas de arena. La diversidad y la belleza son innegables. Aún más en invierno…
Este trozo de territorio junto al mar se puede dividir en dos partes:
– la Costa Vicentina, desde Burgau (ya hacia el sur después de pasar el Cabo de San Vicente) hasta, al norte, Odeceixe. Pertenece al Barlavento Algarvio (barlavento: de donde sopla el viento), su zona más occidental y administrativamente, a los municipios de Vila do Bispo y Alzejur.
– el Sudoeste Alentejano, comienza justo después, arriba de Odeceixe, en Azenha do Mar, típico puerto de pesca y se extiende hacia el norte, casi hasta Sines: en la Playa de San Torpes. Incluye la costa de los municipios de Odemira y Sines.
Ambas componen el Parque Natural de la Costa Vicentina y Sudoeste Alentejano (PNCVSA).
Fui apreciar a beleza destas playas… en Invierno y con mal tiempo cerca. Es este viaje que les cuento: De Sagres a Sines… o desde la inspiración del Infante D. Henrique hasta la conquista de Vasco da Gama. Después de todo, estamos hablando de viajes… En cuanto a los viajeros, no hay comparación. Me reduzco a mi insignificancia.
¡NO FUI SOLO!
¡Mi compañera de viaje fue una novedad: una YAMAHA!
La oportunidad surgió y, obviamente, la abracé con toda la curiosidad e interés. Agradezco a Yamaha Portugal.
El modelo elegido fue la Tracer 9 GT. Una viajera que la marca califica como “Deportiva de Turismo” para recorrer las “Carreteras de la Vida”. Por lo tanto, perfectamente identificada con el objetivo de este viaje. ¿Habrá correspondido?
1º DÍA – CAMINO A SAGRES
La meteorología anticipaba tiempo inestable. Ahora que las Estaciones del Año están obsoletas (un concepto vago que no se ajusta a la urgencia de “pasar a la siguiente” al ritmo de las “breaking news” noticiosas) y han sido reemplazadas por los Cambios Climáticos en los cuales una lluvia intensa o un vendaval más fuerte obtiene el derecho de bautismo, salí de casa bajo la influencia del “Fien”.
Resumiendo: temperatura baja, perspectivas de aguaceros y viento de intensidad media. ¡Es decir… Invierno!
Con 250 km recorridos en la A2, llegué a Silves. Tenía prisa: quería encontrarme con los últimos efectos de la tormenta junto al “Promontorium Sacrum”, como los romanos llamaban al Cabo de S. Vicente.
En números redondos, 10 euros de combustible más unos 12 euros de impuestos sobre el mismo y otro tanto para pagar el asfalto consumido.
¡Vamos adelante que a partir de aquí es carretera! Un tramo de una de las más bonitas que tenemos en Portugal y que es olvidada: la EN124. Cierto que la parte más interesante está en sentido contrario, hasta cerca de Alcoutim. Queda para la próxima…
Luego, otro tramo de la famosa EN125 y llegué a Sagres, donde comenzaría el periplo. Hasta aquí ya había convivido con el frío esperado. Sagres me brindó con un aguacero. Faltaba el viento, ¡pero no tuve que esperar mucho: al acercarme al Atlántico, ahí estaba con bastante fuerza! El resto del día sería mejor, afortunadamente.
¿Será que viaje mojado es viaje bendecido? Creo que ya he escuchado una frase similar pero no recuerdo dónde…
El primer encuentro ocurrió en el centro del pueblo de Sagres: la estatua que homenajea al Navegante, Infante D. Henrique. Simbólicamente aquí comienza mi trayecto: del Infante al Gama.
La estatua del Infante D. Henrique y la Fortaleza de Sagres – Padrão
Luego fue el circuito obligatorio: Fortaleza de Sagres y Cabo de S. Vicente. La lluvia seguía presente…
Ubicada al este del Cabo de S. Vicente, la Fortaleza de Sagres se encuentra en un promontorio escarpado de aproximadamente 1 km de longitud. Estratégicamente situada en una ubicación privilegiada para controlar el ir y venir marítimo, fue construida en el siglo XV – época de Enrique el Navegante – y ha sufrido las vicisitudes del tiempo y del uso (… y del terremoto de 1755) que han llevado a que a lo largo de este período haya experimentado algunas modificaciones con respecto al diseño original. Siendo el monumento nacional más visitado del Algarve, es uno de los mayores símbolos del período de los Descubrimientos.
En su interior se encuentra la Iglesia de Nª Sª da Graça, que data del mismo período, con el detalle de una escalera exterior para acceder al campanario doble.
Era hora de cambiar de lugar y dirigirse hacia el extremo donde la tierra termina y el mar comienza: el Cabo de S. Vicente. ¿Qué sentirían nuestros antepasados cuando llegaban aquí y, para ellos, era el fin del mundo? Porque más allá del mar visible estaba la gran incógnita…
De camino, una breve parada para observar los acantilados en la Playa do Beliche… y también a los surfistas. Más adelante, el pequeño fuerte que da nombre a la playa.
Dado que la visita a la fortaleza del Cabo de S. Vicente no es posible (parece que está cerrada por obras desde hace más de una década…), me conformé con las espectaculares vistas de los acantilados a ambos lados.
Fortaleza de S. Vicente
RUMBO AL NORTE…
Saliendo de Cabo y dirigiéndome hacia Vila do Bispo y las primeras playas que quería visitar.
La primera – Praia do Castelejo – se encuentra al final de un pequeño tramo de carretera empinada que proporciona una hermosa aproximación al mar.
Una ensenada con una pequeña extensión de arena, flanqueada al sur por acantilados altos y al norte por lo que parece haber sido un espolón rocoso mar adentro, que los elementos han ido demoliendo progresivamente.
Praia do Castelejo en Invierno
La siguiente, con características similares, tiene un detalle interesante: antes de llegar allí, por un desvío en un camino de tierra, accedo a un mirador que ofrece una hermosa perspectiva de la costa (y de lo que me esperaría a partir de aquí). Son el Mirador y la Praia da Cordoama.
Desde el Miradouro podemos ver el “otro lado” del Castelejo (al sur) pero, sobre todo, el desarrollo de la línea costera hacia el norte. Una vista fantástica a la que el mar agitado añade belleza. ¿Entienden por qué digo que para apreciar la belleza de una playa tiene que ser en esta época del año?
Praia da Cordoama
Si el acceso al Castelejo me dejó con ganas de más, entonces lo que me llevó a la Cordoama fue simplemente perfecto. ¡Una excelente forma de empezar!
Regresé a la EN268 que me acompañaría casi hasta Alzejur, donde terminaría la jornada. Hasta allí había mucho por ver.
La siguiente parada fue en la Praia do Amado. Para llegar allí, hay que tomar un desvío de unos pocos kilómetros. Una carretera estrecha y hermosa, donde el verde intenso predomina en las colinas de ambos lados. Las fuertes lluvias caídas en los últimos tiempos proporcionan este espectáculo de la naturaleza.
A la llegada, un bar de playa (cerrado) que recuerda a paradas más exóticas, con sus sombrillas de paja ondeando y dos escaleras de madera – hoy llamadas pasarelas – permitiendo el acceso, un poco más abajo, a una apetitosa playa punteada por algunas rocas que ilustran el efecto de la erosión del tiempo en los acantilados que le sirven de marco.
Contorno a costa por estrada secundária e chego à Bordeira. Uma praia que contrasta com as anteriores. Mas que não perde em beleza.
Praia do Amado
Para lá de um extenso areal que se estende para o interior sob a forma de planície e onde, a sul, uma pequena ribeira adiciona um contraste interessante: a água doce que vem do interior e se junta ao sal do mar.
Bordeira
O vento ajudava a que alguns praticantes de kitesurf se dedicassem à pratica da sua modalidade na paz de uma praia deserta.
Regressei à EN268 em direcção a norte. O dia encaminhava-se para o fim. O Sol percorria já o último quarto do seu percurso antes do aconchego noturno. A meio do caminho que me faltava para chegar a Aljezur encontro a EN120 – vinda de Alcácer do Sal e com epílogo em Lagos, um percurso quase paralelo à costa e com alguns troços bem interessantes para quem a queira fazer de moto: serras de Grândola, Cercal e Espinhaço de Cão.
Mesmo antes de Aljezur, saio em direcção à Arrifana.
Otra pequeña ensenada, con una playa dominada por acantilados a su alrededor. Aquí se nota un desarrollo turístico más avanzado que en las playas anteriores. En el extremo norte, la fortaleza (en ruinas) destaca en el horizonte y anticipa una vista panorámica prometedora.
Arrifana
Construida en 1635, en la cima de un acantilado a unos 70 m de altura, para proteger esta parte de la costa, ha sufrido las vicisitudes del tiempo, la inclemencia de las inclemencias del tiempo, la fragilidad del terreno, el terremoto de 1755…la negligencia humana… Pero la vista no desmerece, ya que permite observar el pequeño puerto pesquero donde los barcos parecen ser miniaturas de algún juego.
De la fortaleza queda un trozo de su muralla frontal y la puerta de armas.
Fortaleza da Arrifana
Me dirijo hacia la última playa del día. Se acercaba el atardecer y sería la forma perfecta de concluir el día: llegué a Monte Clérigo.
Al llegar desde el sur y salir luego por el lado opuesto, me permitió observar esta hermosa playa desde sus dos extremos. En la ladera sur se encuentra el conjunto de casas, el pequeño pueblo de Monte Clérigo, que da nombre a la playa.
Monte Clérigo – Por do sol
Regresé a la EN120 y entré en Aljezur. El día estaba llegando a su fin. Amigos me esperaban para acogerme como solo ellos saben hacerlo.
2º DÍA – RUMBO A SINES
Amaneció en Alzejur. El clima estaba mejor que el día anterior, lo que anticipaba un buen día para viajar. ¡Pero seguía siendo invierno!
Estaba a punto de salir del Algarve y entrar en el Alentejo. Es interesante mencionar un poco del pasado del lugar donde pasé la noche.
Tierra ancestral, poblada por los Moros, fue conquistada por los Cristianos en el siglo XIII. En 1280 recibió el fuero concedido por D. Dinis.
Dominada por el Castillo, podemos observar que Alzejur se divide en dos núcleos urbanos.
Es una herencia del terremoto de 1755. Si de este quedó la fama de la devastación de Lisboa – que en ese momento era una de las ciudades más grandes y cosmopolitas del mundo – es justo decir que el pedazo de territorio que va desde aquí hasta Sagres y que recorrí ayer, fue donde la intensidad del terremoto fue mayor, lo que resultó en la destrucción total de Alzejur, Vila do Bispo y otras aldeas más pequeñas.
Por lo tanto, el pueblo que se encontraba en las laderas del Castillo fue completamente devastado. El Obispo del Algarve, D. Francisco Gomes de Avelar, mandó construir la Iglesia de Nª. Srª d’Alva en un lugar frente al antiguo pueblo para que la población se trasladara allí y abandonara los terrenos destruidos en las laderas del Castillo. Algunos aceptaron la opción, otros prefirieron quedarse, por lo que hoy es evidente que Alzejur se extiende por las dos laderas fronterizas.
Alzejur – vila nova
REGRESO AL CAMINO
Con Alzejur atrás, me faltaban dos playas antes de cruzar la “frontera” entre el Reino del Algarve y la tierra de las llanuras.
La primera es la casi anónima Praia de Vale dos Homens. Pequeña, entre acantilados afilados, se llega a la playa abajo, por una escalera empinada. Pequeña pero muy bonita.
Como en la víspera, el mar con sucesivas olas de pequeñas dimensiones se extiende en la arena o choca con estrépito contra las rocas. ¡Como dije antes, las playas son más bonitas en invierno!
Otro recorrido por una carretera estrecha y llegué a una de las “joyas” de esta ruta “Del Infante al Gama”: la playa de Odeceixe. Se encuentra a unos pocos kilómetros tierra adentro desde el pueblo que lleva su nombre y que está en la orilla del Ribeira de Seixe.
Ribeira de Seixe
Este arroyo es un elemento fundamental en la belleza de la playa ya que desemboca allí. La demanda turística se refleja en la urbanización en la ladera que da a la playa, pero en este momento se respira el puro aire marítimo y una inmensa calma.
Por eso fue el momento de parar y tomar el café de costumbre en el único bar que estaba abierto.
Praia de Odeceixe
Entro en el Alentejo y comienzo de manera diferente. Azenha do Mar es un pequeño, rudimentario y pintoresco puerto pesquero. Algunos se dedican a la pesca de manera completamente artesanal y otros se ocupan de recolectar algas, actividad que fue el origen de este pequeño puerto alrededor de los años 60 del siglo pasado. Y tiene una característica que preserva su autenticidad: el único barrio existente está destinado exclusivamente a pescadores residentes. Aquí, el turismo es de paso.
Rumbo a la Praia do Carvalhal por carreteras secundarias pero con más tráfico del esperado: estoy en la zona de invernaderos del suroeste alentejano – el Brejão. Que son inmensos. Si bien la contribución a las exportaciones es innegable, las condiciones laborales dejan mucho que desear y queda por ver cómo será el futuro de este pedazo de territorio cuando la tierra agote sus recursos. No creo que la sostenibilidad sea prioritaria aquí. Pero esas son cuentas de otro rosario…
Justo antes de empezar a bajar hacia la Praia do Carvalhal algo inusual se nos ofrece a la vista: en un terreno expuesto a la curiosidad de los transeúntes pero separado por una valla de red (¡con electrificación, por si acaso!), ¡tenemos un pequeño… zoológico! ¡Avestruces, búfalos, cebras… en el Alentejo!
Desciendo empinadamente y llego a la playa de Carvalhal. Otra que se encuentra entre acantilados y marcada por un pequeño arroyo. Muy bonita y, en esta hora, refugio de gaviotas.
Salgo por el lado norte y paso por un pequeño resort turístico. Esta carretera más que secundaria me llevará hasta Zambujeira do Mar. Quizás la más famosa de la zona, debido a los festivales de música. ¡La Woodstock alentejana… salvo sea!
Zambujeira do Mar
En este momento se buscaba almuerzo. Vicisitudes de la época: todo cerrado. Tendría que esperar hasta llegar a Vila Nova de Milfontes. Pero hasta entonces aún había cosas que hacer…
Me dirigí a un lugar que no visitaba desde hacía mucho tiempo: el Cabo Sardão y su Faro.
Pero antes, me detuve en la Entrada da Barca. Pequeño puerto, entre acantilados y con una boca de mar estrecha que ofrecerá un refugio privilegiado si las olas se muestran agitadas. En este momento se ve especialmente bonito…
Entrada da Barca
Sigo y rápidamente llego al Cabo Sardão. Más allá de la imponencia del Faro que sobresale en el pequeño altiplano donde está ubicado (y convenientemente alejado de los acantilados), las vistas son magníficas. Vale la pena destacar observar con una mirada más atenta y cercana, la riqueza geológica de las paredes verticales que se oponen al mar, donde las sucesivas capas muestran la evolución de este planeta en el que vivimos.
Tracer 9 GT – Cabo Sardão
Finalmente llego a Vila Nova de Milfontes. Después de un almuerzo tardío, apurado con la urgencia del retraso, doy un pequeño paseo por este pueblo del municipio de Odemira, que conocí cuando era casi desconocido (agradable y pintoresco en ese momento) y que se sometió a los dictados del turismo masificado. No ha perdido su belleza, pero ha crecido mucho…
La desembocadura del río Mira y sus orillas brindan refugio a aquellos que hacen del mar su vida, desde tiempos inmemoriales. Fenicios, cartagineses, romanos, visigodos… y tantos otros después de ellos, se refugiaron aquí.
Vila Nova Milfontes
La tranquila Playa de la Franquia, aún en el recorrido del río Mira, o la Playa del Farol junto a la desembocadura, o la más extensa Playa de las Furnas del “otro lado”, son invadidas en verano. Ni siquiera la antigua y salvaje Playa del Malhão, con su extenso arenal, escapa. Si bien la belleza de la zona es innegable, no es uno de mis destinos favoritos en verano. Aunque es mucho más hermosa en esta época. ¿Les he dicho que el invierno favorece la belleza de las playas?
Aproximo-me do final do percurso planeado. É altura de abandonar a EN120 que aqui flecte para o interior.
O que me falta é por demais conhecido. Mas não podia deixar de ir verificar se, afinal, ainda está o pessegueiro na Ilha, parafraseando Rui Veloso.
A aproximação à costa é mítica: a recta perpendicular ao oceano, com a Ilha como pano de fundo. Lindo! O mar agreste compõe o cenário.
Praia e Ilha do Pessegueiro
Quanto ao pessegueiro? Não o vislumbrei. Talvez mais de perto se consiga ver…
Segui para Porto Covo. Se o seu centro se mantém típico e bem cuidado, já o que cerca o original aglomerado urbano deixa antever que no Verão a calma que encontrei agora não existirá. Consequências da fama…
Porto Covo – vila
Finalmente Sines! A terra natal de Vasco da Gama. Encerrei a viagem junto à praia que tem o nome do navegador.
En los dos extremos de la bahía se encuentran el puerto pesquero en su lugar de siempre y al otro lado una pequeña marina. A mis espaldas, el pueblo de Sines con su imponente castillo y la estatua que homenajea al hijo más importante y famoso de la tierra: Vasco da Gama.
Sines – Praia Vasco da Gama
Las dos estatuas marcan el inicio y el final de esta ruta: ¡Del Infante al Gama!
El día estaba llegando a su fin, el sol se acercaba al ocaso y… volvió la lluvia, como diciendo que era hora de volver a casa. Así lo hice. No debemos ir en contra de la Naturaleza.
CONCLUSIÓN
De Sagres a Sines hay aproximadamente 130 km. Con todas las vueltas y revueltas para saltar de playa en playa, le añadí otros 100 km. Valió la pena.
Mapa da Viagem
Existen muchos otros rincones y playas, igual de hermosos o más. Para el tiempo disponible, hice elecciones y este itinerario puede ser un excelente aperitivo para una búsqueda más detallada. ¡Y queda justo… a la vuelta de la esquina!
¡Buenas curvas!
Porto Covo
¿Y la Tracer 9 GT?
La Tracer 9 GT ya está en el mercado desde hace 2 años. Fue una sorpresa muy agradable para mí, considerando que las expectativas eran altas. Sin duda las superó.
LO QUE ME GUSTÓ MUCHO:
• El equilibrio general de la moto, su excelente comportamiento en diversas situaciones y su confort general;
• El motor tricilíndrico, con 119cv, nos ofrece lo mejor de dos mundos: la suavidad a bajas revoluciones de un tetracilíndrico y la potencia en la recuperación y aumento de revoluciones de un bicilíndrico. La elasticidad del motor es excelente. Y suena de maravilla;
• Las suspensiones semi-activas KYB. Con dos opciones, una más firme y deportiva y otra más suave y adecuada para carreteras con superficie irregular, cumplen sin fallas. Además, su funcionamiento está directamente relacionado con la electrónica restante, en particular con los sensores inerciales del IMU de 6 ejes, ajustando el amortiguamiento en cada momento a las circunstancias de conducción y a la carga de la moto;
• Las numerosas posibilidades de ajuste que permite la electrónica: 4 modos de conducción, control de tracción (3 niveles), ABS en curva, anti-wheelie (3 niveles);
• La protección aerodinámica de buen nivel y la posibilidad de regular el vidrio con solo una mano y en movimiento si es necesario;
LO QUE ME GUSTÓ:
• Los frenos. Sin fallas y sin fatiga. En la práctica… ni siquiera me di cuenta de ellos. Estaban siempre ahí cuando se necesitaban y en la medida justa;
• La ergonomía es buena. Me sentí inmediatamente cómodo y la posición de conducción es confortable.
• La estética (algo siempre subjetivo) se hace extraña y luego se hace familiar – como diría Fernando Pessoa. Una cosa es innegable: guste más o menos, la moto tiene personalidad y sus líneas no nos dejan indiferentes;
• Viene equipada con maletas laterales idénticas (Yamaha colocó la punta del escape a la salida del catalizador y apuntando hacia abajo, evitando el uso de un silenciador lateral – una buena idea, solo no sé si no proyectará calor hacia el neumático trasero acelerando su desgaste…). Además, con capacidad para un casco integral cada una;
• El control de crucero: de fácil uso y excelente para un viaje más prolongado en la autopista;
Era hora de regresar
A MEJORAR:
• La multiplicidad de regulaciones que la electrónica permite no es inmediata e intuitiva. ¡Es necesario estudiar el manual!
• La división del panel de instrumentos en dos partes no es feliz. Ni desde el punto de vista estético (y con tecnología algo anticuada) ni desde su usabilidad.
• La regulación de los puños calefactables fue traumática: primero es necesario encontrar su “luz” en el panel que por defecto está apagada y por lo tanto apenas se ve, luego es necesario recorrer las pantallas con la “ruedita” del puño izquierdo hasta encontrarla.
• El quickshifter mostró cierta fatiga a partir de cierto momento, haciendo que el cambio de marcha sea menos suave e incluso, en alguna que otra situación, obligando a utilizar el embrague para meter la marcha deseada;
• La posición del caballete lateral. Queda detrás del reposapiés y cada vez que se intenta bajar el caballete, el pie golpea contra él y el caballete vuelve a la posición inicial. Sin duda es cuestión de costumbre, pero es innegable que hay algo imperfecto ahí. También puede ser falta de habilidad del usuario…
Desportiva de turismo
CONCLUSIÓN:
La Yamaha Tracer 9 GT corresponde en su totalidad al segmento en el que la marca la clasifica: deportiva turística. Es una excelente opción, con un gran motor y un chasis que está a la altura. La variedad de opciones que la electrónica permite hace que el usuario pueda personalizarla a su gusto, maximizando la identificación entre el conductor y la máquina. Suspensiones de referencia en el segmento. Las virtudes son muchas y los defectos son solo detalles que no le quitan mérito (en la práctica son situaciones que la costumbre resuelve).
Además, para 2023, Yamaha lanzó la Tracer 9 GT+, y esta será sometida a prueba pronto aquí en la revista Motociclismo. ¡Estén atentos!