Las motos eléctricas, antes vistas como el futuro prometedor de la movilidad, ahora enfrentan desafíos significativos en los Países Bajos. El gobierno neerlandés ha decidido aplicar un impuesto elevado sobre las motocicletas eléctricas a través del BPM, o «Belasting van Personenauto’s en Motorrijwielen», conocido como el impuesto sobre vehículos particulares. Este cambio representa un duro golpe para la industria y los consumidores.
Durante la pandemia, la demanda de vehículos eléctricos aumentó considerablemente, impulsando la innovación y llevando a varios fabricantes a lanzar más modelos eléctricos. Sin embargo, el panorama ha cambiado drásticamente en los últimos meses, con varias startups de vehículos eléctricos cerrando sus puertas. Ahora, con la nueva política fiscal del gobierno holandés, el futuro de las motocicletas eléctricas en el país se vuelve aún más incierto.
Hasta ahora, los coches eléctricos con emisiones cero estaban exentos del BPM. Sin embargo, las motocicletas eléctricas estarán sujetas a este impuesto, con una tasa del 19,4% menos 210 euros. Un artículo de la publicación holandesa «The Pack» ilustra el impacto de esta medida, comparando modelos populares como la Yamaha Tracer 900 y la Energica Experia. A partir de 2025, el precio de la Tracer se mantendrá en 16.299 euros, mientras que la Experia verá su precio aumentar de 30.451,80 euros a 35.010 euros, un incremento de 4.559 euros debido exclusivamente al BPM.
Además, los subsidios anteriormente ofrecidos a los compradores de motocicletas eléctricas también serán retirados. La exención del impuesto de circulación será eliminada, lo que significa que, a partir de 2025, los propietarios de motocicletas eléctricas tendrán que pagar tanto el BPM como el impuesto de circulación.
Este cambio es particularmente perjudicial en un país donde el uso de motocicletas no está tan extendido como en otros países europeos. En 2023, había alrededor de 700.000 motocicletas en circulación en los Países Bajos, la mitad del número registrado en el Reino Unido y mucho menos que los 8,8 millones en EE. UU.
En un momento en que la movilidad del futuro está en discusión, la imposición de impuestos elevados sobre motocicletas eléctricas parece contradecir los objetivos de descarbonización y descongestionamiento de las ciudades. Estos impuestos pueden dificultar la adopción de vehículos eléctricos, perjudicando no solo a la industria local, sino también las metas de neutralidad de carbono de la Unión Europea para 2050.
En resumen, la nueva política fiscal de los Países Bajos representa un retroceso significativo para los esfuerzos de promover vehículos sostenibles, perjudicando la innovación y la adopción de motocicletas eléctricas.