El MotoGP es un deporte en el que todo cambia muy rápidamente, y lo que “hoy” es verdad, mañana puede que no sea así, pero hay casos muy específicos donde existen “sospechas”, luego certezas y luego confirmaciones de esas mismas certezas. Y ese parece ser el caso de Miguel Oliveira.
El portugués ha estado en boca de todos en las últimas semanas como uno de los pilotos más deseados, pero muchas veces se le considera de segunda línea debido a su menor impulsividad en pista o a los resultados irregulares que a veces presenta, pero no es menos cierto y hay que subrayar que el piloto ha tenido a lo largo de su carrera en la categoría una moto siempre uno, dos o incluso más escalones por debajo de sus competidores y aún así ha demostrado destellos de brillantez y una calidad innegable.
Oliveira logró ganar carreras con KTM con una moto que aún estaba por debajo de las demás, y solo un piloto con talento innato podría hacer lo que hizo Oliveira, y no fue una ni dos veces, incluso en condiciones muy adversas, donde esa calidad y habilidad se ponen aún más a prueba.
Después de abandonar KTM, llegó el desafío con Aprilia, pero en el primer año las cosas no fueron precisamente bien, con un equipo que parecía no estar a la altura del piloto, dentro del garaje, pero ahora, en su segundo año con el fabricante y en un equipo renovado, dado la entrada de Trackhouse en el mundo de las dos ruedas, la situación ha sido… difícil: cierta irregularidad, resultados por debajo de lo esperado, especialmente con una moto de fábrica, la versión más reciente.
Pilotos de la equipo oficial iban presentando resultados, victorias, podios, y Miguel Oliveira… no. Pero no nos olvidemos: el portugués vino de un 2023 lleno de lesiones y donde nunca pudo “asentar” su mejor nivel, y además “saltó” de la RS-GP de 2022 a la de 2024, una diferencia gigante y que es fácil pasar por alto, o simplemente ignorar.
La verdad es que los resultados, o más bien la falta de ellos, influyen en las decisiones, en las posiciones tomadas, y Oliveira ha sufrido eso mismo a la hora de renovar su contrato o ser contratado por otros fabricantes, siendo muchas veces preterido cuando en realidad el talento y la calidad… están ahí.
Con muchos pilotos ya contratados para 2025, Oliveira ha ido quedando en segundo o incluso tercer plano, pero este fin de semana en Sachsenring la situación puede haber cambiado, ya que su calidad fue más que evidente y la diferencia no estuvo en él: Oliveira se mantuvo fiel a sí mismo, pero hubo una diferencia determinante: ¡la moto!
Este fue, quizás, el primer fin de semana en el que (casi) todo salió a pedir de boca, y todo estuvo al nivel de Oliveira, y el resto… se vio en pista. El sábado fue segundo, en una RS-GP que luchó contra la mejor moto de la parrilla, y el domingo otra exhibición de alto nivel donde se enfrentó (casi) de igual a igual contra los mejores pilotos de la clasificación, al mando de las mejores motos.
No olvidemos: ¿cuántas veces hemos oído a Aleix Espargaró o a Maverick Viñales decir que tuvieron la moto ‘perfecta’ durante este año? Algunas. ¿Y Miguel Oliveira? No se trata de excusas, se trata de hechos innegables, pero la verdad es que la moto no ha estado a la altura de su capacidad.
Un segundo lugar y un sexto lugar ciertamente no fueron un primer lugar, pero sin duda fueron una victoria moral importante y demuestran una vez más que sí hay calidad, pero tal vez la calidad del piloto por sí sola no lo dice todo…
Lo cierto es que Oliveira habrá ganado fuerza y margen de negociación ante las opciones sobre la mesa con respecto a su futuro, tanto con Aprilia como con cualquier otro fabricante, como Yamaha o incluso Ducati.