Ha cambiado el año. Es época de balances, dicen… eso es lo que hice: tomé el balance y me puse en marcha. Esta vez no les traigo una leyenda de mouras encantadas, alguna historia de nuestra Historia, ni siquiera unas de esas escenas de cuchillo y cazuela que poblán nuestro imaginario colectivo. Será “solo” una ruta.
La “Ruta de las Beiras” es simplemente eso: un itinerario. Un conjunto de carreteras que se unen en un trazado divertido y desafiante con paisajes deslumbrantes. No me detuve en las pocas localidades atravesadas… dejo esa tarea para quien quiera seguir el desafío de recorrer estos poco más de 300km.
Paisajes y curvas es algo que nos llena el alma. Y esta vez asocié la experiencia a una moto que ha suscitado mucha curiosidad en la comunidad motociclista y excelentes comentarios de quienes ya la han probado.
Me refiero a la Macbor Montana XR5. Solo puedo suscribir – y destacar aún más – lo que se dijo en el ensayo publicado en la Motociclismo de octubre pasado: “…es realmente una excelente moto, y si desean una trail accesible, con aspecto aventurero y que en realidad permita buenas incursiones fuera de carretera, además de una conducción fácil y divertida en carretera y ciudad, entonces aquí tienen una excelente opción”.
Es verdad, verdaderamente… ¡y les aseguro que fueron unos días muy divertidos al mando de esta Macbor!
¿POR QUÉ “DIBUJAR” ESTA RUTA?
Elegir un conjunto de carreteras, conectarlas entre sí y resultar en un recorrido interesante no requiere una habilidad especial. Sin embargo, sé que son muchos los que buscan este tipo de recorridos “ya hechos”, tal vez porque no quieren aventurarse, probablemente porque no quieren tener ese trabajo, o incluso… quién sabe por qué, confían en el arte ajeno.
Por otro lado, recientemente tuve contacto en España con este tipo de “rutas” que incluso son promovidas por las entidades turísticas oficiales… ¡fíjense! Las llaman “Rutas Moteras”. Aquí hablamos de algunas carreteras… pero son recorridos relativamente cortos (excepto la ya muy transitada EN2): N222, N103, la Estrada Atlántica… ¿Y la promoción? Ni rastro.
El centro de Portugal tiene una orografía donde las llanuras prácticamente no existen. Parece que una fuerza poderosa “arrugó” el territorio y luego lo dejó así… Son muchas las sierras que se unen unas a otras.
Exceptuando las “nuevas” autopistas e itinerarios, el resto de las carreteras (principales y otras) fueron construidas siguiendo este relieve del terreno – curvas y contracurvas, subidas y bajadas – en su momento, según dicen, los ingenieros eran ingleses y cuando les preguntaban si más adelante se hacía otra curva, ellos respondían invariablemente “¡Sí!”. A lo que la gente respondía: “hagamos otra ‘ese’ más…
Son carreteras retorcidas, obligatoriamente lentas y, cuando se hacen en 4 ruedas, incómodas principalmente para los pasajeros. Pero para circular en moto son un sueño. Un paraíso en la tierra… y aquí tan cerca.
La región atravesada en la “Rota das Beiras” tiene algunas características propias: no atraviesa grandes núcleos urbanos, pasa por unas cuantas aldeas casi olvidadas, estamos en contacto permanente con la naturaleza. ¡Y el contacto con las personas es tan fácil y agradable!
Recorre zonas que son cíclicamente asoladas por incendios en la época de verano. Y también por mucha emigración. Razones por las cuales no recomiendo el verano para recorrerla.
Por lo tanto, aquí tienes una sugerencia de un recorrido que te va a divertir y te hará admirar aún más la belleza de nuestro país: la “Rota das Beiras”.
ROTA DAS BEIRAS – DE ANSIÃO À PAMPILHOSA (1º DIA)
El “click” que me hizo elegir esta zona tuvo un origen muy prosaico: la sonoridad del nombre de Pampilhosa da Serra – ¡prueben decir sílaba por sílaba “Pam-pi-lho-sa” … tiene musicalidad, ¿verdad? – y la Carretera Nacional 112 entre este pueblo y Castelo Branco, ya famosa entre la comunidad motociclista.
Pero era necesario llegar a Pampilhosa, así que vamos a ello. Comencé la “Ruta de las Beiras”, simbólicamente, en Ansião. Accesible para aquellos que vienen del norte o del sur (como fue mi caso). Desde allí, unos diez kilómetros por el IC8 y giramos a la derecha, rumbo a Figueiró dos Vinhos por la EM525, con paso en el primer punto destacado del viaje, las Fragas de S. Simão.
Observables desde el mirador que se encuentra en la cima de los pasillos que conducen a la playa fluvial al pie del desfiladero por donde corre la Ribeira de Alge. Pero antes de llegar allí – ¡este tramo de carretera es notable! – hago un pequeño desvío a la derecha, hacia el Casal de S. Simão. Pequeño conjunto de casas de esquisto que aparenta estar en una fase avanzada de recuperación y con vocación turística. Al llegar allí, me encuentro con otra perspectiva de las Fragas, esta menos conocida pero no menos hermosa.
Justo después de la inevitable parada en el Mirador de las Fragas de S. Simão, subo un poco y giro a la izquierda hacia la EN237. Continúo hasta Figueiró, pasando por un pueblo con un nombre simpático: Aldeia de Ana de Avis.
En Figueiró dos Vinhos, recorriendo apenas una veintena de kilómetros, hacia el oeste por la EN350 hasta Pedrógão Grande. Paso por un pequeño pueblo con una curiosa inversión en su toponimia: Pinheiro do Bordalo. Luego las Mós – primero la Pequena y luego la Grande. Llego a Pedrógão pero, al igual que anteriormente en Figueiró, no recorro el pueblo. Esta vez, el objetivo es seguir por la carretera. Las visitas quedan para otra ocasión.
Aun así, aprovecho la agradable zona junto a la Presa del Cabril (con poca agua…) para abastecerme.
Luego, vuelvo atrás, a la entrada de Pedrógão. Cuando venía en sentido contrario, una ermita llamó mi atención. La capilla de Nª Sª dos Milagres proporcionó el escenario para algunas fotos a mi compañera Macbor.
En Pedrógão ocurre algo curioso: durante aproximadamente 6km que incluyen el paso por el muro de la Presa del Cabril, la EN350 coincide con la EN2 (según las reglas de la nomenclatura de carreteras, cuando esto sucede, prevalece la más importante, es decir, la de menor numeración). Sin embargo, no tardo en girar a la izquierda en dirección a Madeirã, siempre por la EN350.
No hace falta decir que desde que dejé el tramo del IC8, la carretera se volvió realmente más divertida. Siempre subiendo y bajando, y con curvas y contracurvas. Pero sobre todo con paisajes hermosos.
Cuando me acerco a Madeirã y luego me alejo de ella, los horizontes parecen infinitos. Luego comienzo a subir a una zona donde circulo al nivel de unas cuantas aerogeneradores, de esas que ahora adornan las cumbres de las sierras. Difícil vida tendría Don Quijote de La Mancha en estos tiempos modernos si intentara luchar contra ellas…
Son más de 30km por esta carretera, donde paso por el punto de mayor altitud de la “Rota das Beiras”: el Alto do Cavalo, casi a los 900m.
Cuando llego a la EN351, es hora de girar a la izquierda hacia Pampilhosa da Serra, el final de esta primera jornada. La bajada hacia el Zêzere es fantástica. A la izquierda, extendida en la ladera, está Álvaro, una de las Aldeias de Xisto.
Bajando hasta el puente cruzo el río y luego, siempre subiendo hasta encontrar la EN344. Esta, que viene de la EN2 (en la zona de Álvares) hasta Pampilhosa, ofrece desde la Portela do Fojo una fabulosa vista de los Meandros del Zêzere. La recorro en ambas direcciones en busca de la mejor foto… ¡ya que el atardecer se acercaba. Los fotógrafos le llaman la “hora dorada”. ¡Por algo será!
El día terminó en Pampilhosa. Confieso que la vista desde arriba, desde el Mirador del Cristo Rey, no me deslumbró. Con más casas de las que la población de menos de 1500 habitantes sugeriría, es evidente la influencia de la emigración que ha llevado a mucha gente de aquí.
Junto al arroyo de Unhais, la pequeña presa genera un agradable cuerpo de agua que, estoy seguro, será muy agradable en épocas de calor. Y que le da otra belleza al centro del pueblo.
Había recorrido 120km (sumando los realizados para llegar al punto de partida, por supuesto…).
ROTA DE LAS BEIRAS – DE PAMPILHOSA AL CASTILLO DE ALMOUROL (2º DÍA)
Después de un reparador sueño, volví a la carretera. Si el día anterior evité los pocos pueblos encontrados en el camino… ¡este día hice muchos kilómetros sin siquiera encontrar alguno! Era hora de encontrarme con la EN112. Su fama la precede y con toda razón.
Solo no esperaba lo que iba a encontrar (quizás debería haberlo hecho…). Salí de Pampilhosa a una altitud de casi 400m y poco después ya circulaba por encima de los 600. En los valles debajo de mí, una niebla densa transformaba el paisaje. Circulaba por encima de las nubes y las vistas eran deslumbrantes… hasta que empecé a descender. Y confirmé: la niebla era realmente densa.
Pasé por Cambas, crucé nuevamente el Zêzere, y continué en el mismo registro serrano hasta llegar a Orvalho. La niebla comenzaba a despejarse y detrás de ella venía el sol.
Unos kilómetros más por la EN112 – haciendo honor a su fama – y aproximadamente 40 km después del inicio de la jornada era hora de dejarla y empezar a dirigirme hacia el sur. Otra EN me esperaba… pero aún faltaba mucho. Y ese mucho… sería por carreteras secundarias, muy secundarias. Giré hacia Paiágua. Pasé por Silvosa y Vinha. Aquí, una breve parada y una conversación sobre la cosecha de aceitunas y el precioso aceite que se produce en estas tierras. Aún Sesmo, Cardosa, Pé da Serra (andaba por la EM548), Azenha de Cima hasta llegar cerca de Sarzedas. ¡30 km espectaculares, solo les digo!
Seguí por la EN233 hasta Catraia Cimeira. Aquí giré a la izquierda rumbo a Foz do Cobrão. Rincón paradisíaco entre montañas y con la frescura del río Ocreza, afluente del Tajo.
Continué hacia el sur hasta encontrar la EN241 y, finalmente, más adelante la EN3. Era a esta que me referí allá atrás.
De acuerdo con el Plan Nacional de Carreteras de 1945 – que estableció las Carreteras Nacionales como aún las conocemos hoy – la importancia de las carreteras estaba relacionada con su importancia estratégica para el desarrollo del País. La EN1 va de Lisboa a Oporto (pasando por Leiria, Coimbra y Aveiro) y la EN2 va de Chaves en un extremo hasta Faro en el otro, siempre por el interior. La EN3 comienza en Carregado (en el cruce con la EN1) y termina en Castelo Branco (después de cruzar la EN2 en Abrantes). Es la definición de las carreteras como una red.
Sin embargo, con la construcción de la autopista A23, algunos tramos de la EN3 fueron amputados. Aún así, el tramo que quería seguir comienza en Gardete (cerca de Fratel), pasa por Mação y termina en Abrantes donde se encuentra con la EN2. Debo decirles que son de los mejores 40 km de nuestras carreteras (a pesar de un pequeño tramo en el que el pavimento necesita algunos cuidados).
El final estaba cerca. En Abrantes crucé el Tajo – ¿sabían que este puente es el cruce rodado más antiguo sobre el río Tajo, fue construido en 1870 y durante sus primeros 75 años de vida tuvo peaje?
Seguían las famosas Curvas del Tramagal. El último tramo sinuoso antes del Final de la “Ruta de las Beiras”.
Más 15 km y estaba disfrutando de la espectacular vista del orgulloso Castillo de Almourol. La “Ruta de las Beiras” estaba concluida. ¡Más de 300 km que supieron como si fueran muchos más!
Nota a la edición de Noviembre
En la edición de Noviembre de Motociclismo les hablé sobre el problema de Cedillo: el aislamiento provocado por la presa entre los pueblos de Montalvão y Cedillo. Pues, como resultado de la última Cumbre Ibérica, ya hay fondos para la construcción del tan esperado puente. Y una fecha: 2025. Como no es la primera vez que se hace la promesa, esperemos…