- En primer lugar, está la cuestión de los contratos. La organización del campeonato tiene acuerdos vinculantes con los equipos y no puede hacer cambios cuando quiera o como quiera, en muchos casos, los equipos y fabricantes tienen que dar su aprobación. Los contratos actuales de los equipos y fabricantes expiran a finales de 2026.
- Por otro lado, nada se hace de la noche a la mañana. Por eso mismo, y como un ciclo regulador está destinado a durar mucho tiempo, todo debe ser regulado de manera muy analizada y ponderada, en un proceso que lleva tiempo. Y puede involucrar no solo a los actuales constructores, sino también “sondear” otras marcas para saber en qué les podría interesar. De igual manera, lleva tiempo desarrollar una moto casi desde cero como será el caso en 2027 – todo indica que incluso los motores serán diferentes, con la cilindrada reduciéndose a 850 centímetros cúbicos.
- Los cambios en las reglas no tienen un impacto necesariamente positivo en las carreras de inmediato. De hecho, la estabilidad y el congelamiento promueven más fácilmente un pelotón equilibrado y reñido gracias a la convergencia. Si las reglas están siempre cambiando, aquellos con más recursos pueden mantener siempre una ventaja decisiva.
Como es natural, hay algunos ajustes en las reglas de forma más regular, incluso para cubrir posibles “áreas grises” o intervenir de inmediato en aspectos que ponen en riesgo la seguridad. Y los reglamentos deportivos también pueden ser ajustados de manera más frecuente, como fue el caso de la introducción de las carreras Sprint en 2023 y del nuevo sistema de concesiones en 2024. Pero hacer regulaciones técnicas desde cero es un tipo de cambio diferente, más radical, por lo que lleva más años hasta que sea realmente posible modificar las normas.