Hablar de motos de finales de los años 90 e inicios de los 2000, es hablar de rendimiento, deportividad, potencia e innovación. En una época marcada, principalmente, por motos deportivas y de alto rendimiento, Suzuki estaba en la cima de las motos deportivas, contando con modelos como la icónica GSX-R 1300 Hayabusa y la GSX-R 750. Pero en 2001, la marca japonesa elevó el listón y presentó al mundo la GSXR-1000 K1, que marcaría un punto de inflexión en los estándares de las motos deportivas de la época.
En el año en que Suzuki decidió poner fin a la producción de la GSX-R 1000, al menos por ahora, en Europa, fuimos a recorrer algunos kilómetros en la primera generación de la superbike de la marca japonesa. Y voy a confesar una cosa desde ya. La moto pertenece a un miembro de mi familia, por lo que ya he recorrido más kilómetros en esta Suzuki de los que hice para este contacto. Lo cual es una ventaja al conocer mejor este ejemplar, pudiendo así hablar más detalladamente sobre su estado y las sensaciones que transmite.
UN CORAZÓN QUE DESTACA
En la fecha de lanzamiento de esta generación K1 de la GSX-R 1000, Suzuki ya tenía en sus filas una moto deportiva que muchos consideraban excelente en su segmento, la GSX-R 750, pero con más de 1000 cc solo tenía la GSX-R 1100, que aunque era muy potente y rápida, no era precisamente una referencia en cuanto a la ciclística. Por lo tanto, la marca japonesa no tuvo problemas en aprovechar gran parte de su 750 cc, desde el motor hasta el chasis (ambos con modificaciones), para crear la GSX-R 1000. Así, los ingenieros de la marca japonesa crearon un motor de 999 cc, 160 cv y 108 Nm de par máximo. Este motor sería la base para muchas generaciones de la GSX-R, y al mismo tiempo una referencia en el segmento durante muchos años. Y después de 21 años, podemos decir que su disponibilidad sigue sorprendiendo. Esta moto parece estar siempre lista para la acción, con un motor lleno de alma desde muy temprano, y que muestra todo su esplendor por encima de las 8.000 rpm, alcanzando su potencial hasta las 12.000 rpm. Es cierto, la GSX-R 1000 es muy rápida, incluso para los estándares actuales. Y con la falta de electrónica, es importante saber gestionar todo el potencial de este motor y controlar bien el puño derecho.
LOS ESTÁNDARES HAN CAMBIADO
El motor puede seguir poniendo una gran sonrisa en tu rostro, por su potencia, disponibilidad y sonido maravilloso – especialmente con el Akrapovic, bien conocido en esa época – pero hay áreas en las que Suzuki ya no era una referencia en su tiempo, y ciertamente está aún más lejos en la actualidad. El frenado siempre ha sido el talón de Aquiles de esta moto, y lo confirmamos en este contacto. Se necesita mucha presión en la palanca derecha para detener la GSX-R y la sensación no es la más precisa, a pesar de los discos de 320 mm. Y es importante recordar que no tiene ABS. En cuanto a las suspensiones, la K1 está equipada con una horquilla invertida Kayaba de 43 mm totalmente ajustable, y un monoamortiguador, también totalmente ajustable, en la parte trasera.
Todo esto junto con un resistente chasis de doble viga de aluminio, que le ofrecía a la GSX-R 1000 una buena maniobrabilidad y un comportamiento deportivo de alto nivel, junto con una posición de conducción que seguía siendo cómoda para circular en la vía pública. Y si en el aspecto deportivo esta moto está lejos de las motos actuales, en cuanto a comodidad para circular en carretera está muy bien posicionada, gracias a la posición de los manillares y el asiento ancho.
EXCELENTE EJEMPLAR
La moto que probamos tenía alrededor de 50.000 km, manteniendo la mecánica base, principalmente, a excepción del silenciador Akrapovic, ya mencionado. El motor, después de más de 20 años, sigue teniendo un sonido afinado y sin fallas, y la moto no mostró signos de cansancio. A pesar de sus 170 kg en seco, sentimos claramente que la evolución de las suspensiones, toda la parte ciclística de las superdeportivas actuales y la tecnología hacen que la GSX-R 1000 K1 sea una moto un poco desactualizada. Pero no se dejen engañar, hay mucho por explorar en la primera generación de esta deportiva japonesa, y sigue siendo una moto muy rápida y divertida. Y siempre hay algo en la ausencia de electrónica que nos atrae. ¿Será porque sabemos que todo depende solo de nosotros? Quizás.