Las motos eléctricas se ven como una alternativa ecológica, pero su aplicación práctica aún enfrenta grandes desafíos. Modelos como los Zero y LiveWire tienen una autonomía limitada, con menos de 160 km por carga – y estas son bastante generosas – lo que dificulta su uso para viajes más largos o trayectos fuera de los grandes centros urbanos. Esta realidad limita el uso de este tipo de motos a desplazamientos cortos, especialmente en ciudades donde es posible recargar en casa o en estaciones de carga cercanas.
Recientemente, la Agencia de Protección Ambiental de California (CARB), en Estados Unidos, propuso un plan para reducir la venta de motos a gasolina y aumentar la venta de motos eléctricas, imponiendo que, hasta 2028, el 10% de las motocicletas vendidas sean eléctricas, y hasta 2035, el 50%. Sin embargo, muchos expertos y usuarios defienden que la tecnología aún no está suficientemente madura para soportar esta transición sin causar trastornos a los motociclistas.
Aunque el potencial de las motocicletas eléctricas es claro, la falta de infraestructura de carga y la limitada autonomía de las baterías son grandes obstáculos. Esta tecnología funciona mejor en contextos específicos, como senderos fuera de carretera, donde la menor autonomía no es un problema. Para el uso en carretera, sin embargo, la realidad actual de las motocicletas eléctricas aún está lejos de reemplazar a los vehículos a gasolina.